Días de Viento
La tarde cae, ventosa y polvorienta. El viento silba. Cuando, de pronto, el silbo hondamente se alarga, más sonoro y agudo, sugestionado, el cóndor el cuello estira y la cabeza alza, y se queda, como llamado de lejos, muy quedo, escuchando... La cortina de carrizo de la ventana golpea, y, abierta apenas, deja entrar, por un instante, la luz turbiamente violeta de la tarde que cae, ventosa y polvorienta.
El viento silba y, sin embargo, Achala quisiera que no acabase nunca de silbar...