Noche Sola
El viento silba, largamente. Las últimas brasas, ahogadas en el rescoldo, se han apagado, y todo ha quedado a oscuras. Los carrizos de la puerta y de la ventana golpean, y dejan entrar un húmedo relente de blancas estrellas. Achala, abrazando sus piernas, se arrebuja con su vieja manta raída.
De cuando en cuando, el viento sube por la cañada, pasa por los tabaquillos y las peñas del arroyo, llega y, en el alero del rancho, se queda silbando, más sonoro y agudo. Amanece...
Achala tose y humea.