El Benteveo
Escondido en la espesura cantaba el benteveo. Mirando por una cisura de la celosía de hojas y ramas llenas de verdura, cantaba, y a Achala, chillón y burlón, decía: ¡Bien te veo! ¡Bien te veo! ¡Bien te veo!
Que el canto un grano de arena, el arroyo una gota, el tabaquillo una hoja, pierda, ¿qué monta? Achala, algo, todas las tardes sin saber perdía.
¡Bien te veo! ¡Bien te veo! ¡Bien te veo! Y de pronto, entraron mil inviernos en su alma fría, y desde los secos gajos mustios, desnudos de hojas, del moribundo orco molle solitario, el Benteveo ya no lo veía...