El Sueño Definitivo

El día ha pasado, claro, alegre, azul... Toda la mañana y toda la tarde, Mancilla ha errado, solo, por el arroyo, por el pajonal, por el patio... Finalmente, picado de curiosidad, asoma, caída la una oreja, su cabezota por la puerta del rancho, mas duda... A poco, se anima y entra, confiado, esperando recibir la caricia cotidiana.

Entonces comprende... Lo ha tocado apenas, con su enorme hocico, y lo ha hallado frío y blanco como la nieve. Achala duerme, por fin, el sueño definitivo.

Y el burrillo fiel, lentamente, fuese alejando del ranchillo, por el sendero del pajonal, confuso, triste, solo, turbado...