Las Nubes Pasan

Es una tarde azul, y Achala está sobre una piedra, cuan largo es, tendido, el incesante pasar de las blancas nubes, de sí mismo olvidado, contemplando. El sol, desde su cenit, infunde una blanda tibieza. El cielo está azul y claro, infinitamente azul y claro, como el día siguiente de haber llovido. Blancas como la nieve, las nubes pasan.

Una semeja la proa de una nao que navega en la mar del cielo. Otra, se parece exactamente a la nube aquella de la niñez, que se hizo eterna en la memoria, un día claro y alegre. Más allá, una nubecilla de blanco algodón –émula de la panzota de Mancilla- se queda atrás de las otras, rezagada y solitaria. Un aura mansa orea, fresca, la sien apenas sudorosa. En algún lugar, canta, dulce y dolida, una avecilla.

Las nubes pasan, blancas como la nieve.