Una Tarde Lluviosa y Fría

Era una tarde lluviosa y fría. Achala, ahogado en bostezos, contempla largamente el horizonte, clavando los ojos en un punto tan fijamente, que todo en torno, poco a poco, se desvanece, hasta desaparecer... En las largas horas de tedio que no parecen pasar, de lentas, no puede dormir el sueño. Acostado sobre la paja humedecida de la cama, calado de frío hasta los huesos, tiembla, aterido, anquilosado. A las veces, a poco de quedarse adormecido, algún trueno tardío lo despierta con sobresalto, y luego, otra vez, sólo la triste monotonía de la lluvia gris...

Finalmente, harto de estarse ocioso, sale del rancho, corre bajo la lluvia, esquivando charcos, y llega, todo mojado y jadeante, a la cuadra de Mancilla, donde, al blando abrigo de su suave pelo, de su tibio aliento, se queda, consolado de su dulce compañía, dulce y alegre entre la triste monotonía de la lluvia gris, hasta que para de llover.

Era una tarde lluviosa y fría...